lunes, 28 de diciembre de 2009

Reconocimiento de efectos civiles al matrimonio gitano


El Tribunal Europeo de Derechos Humanos reconoce a María Luisa Muñoz, más conocida como 'la Nena', el derecho a una pensión de viudedad por haber estado casada casi 30 años por el rito gitano. La Sentencia, emitida por seis votos a favor y uno en contra, sentará Jurisprudencia y reconoce el derecho de las minorías étnicas a ser tratadas de forma diferenciada para favorecer su integración social.

El Tribunal de Estrasburgo toma como basa el artículo 14 de la Convención de Derechos Humanos donde se establece la prohibición a la discriminación con las siguientes palabras: “El goce de los derechos y libertades reconocidos en el presente Convenio ha de ser asegurado sin distinción alguna, especialmente por razones de sexo, raza, color, lengua, religión, opiniones políticas u otras, originen nacional o social, pertenencia a una minoría nacional, fortuna, nacimiento o cualquier otra situación”.

María Luisa Muñoz, de etnia gitana, con 53 años es madre de 6 hijos y enviudó en el año 2000 tras 29 años de convivencia con su pareja. La unión se celebró por el rito gitano en 1971, cuando María Luisa sólo tenía 15 años, desconociendo que su matrimonio no tenía efectos civiles. El núcleo del problema se encontraba en la constitución de derechos civiles a partir de ritos sin validez jurídica en el Código Civil español, como era el caso del matrimonio gitano. Aunque la legislación española reconoce la singularidad gitana, ese reconocimiento no tenía consecuencias en el derecho civil a efectos de percepción de, por ejemplo, una pensión de viudedad.

Su marido era albañil de profesión y por ello estuvo cotizando a la Seguridad Social durante más de 19 años. Cuando falleció en el año 2000, María Luisa reclamó una pensión de viudedad pero su petición fue rechazada por la Seguridad Social bajo el argumento de que sólo los cónyuges tienen derecho a la misma, y no era el caso de María Luisa, porque su enlace por el rito gitano no estaba reconocido como matrimonio. La mujer emprendió entonces una batalla legal por discriminación que le ha llevado al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo.

En Primera Instancia la Justicia le dio la razón, en una Sentencia de 2002 que estableció que la decisión del Instituto Nacional de la Seguridad Social suponía un tratamiento discriminatorio basado en la pertenencia étnica. Sin embargo la misma se revocó con posterioridad, tanto por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid como por el Tribunal Constitucional, ante el cual se planteó un recurso de amparo.

El Tribunal Europeo le reconoció su pensión con efectos retroactivos y una compensación por daños morales, más un resarcimiento por los gastos de defensa, lo que hace un total de 75.412,56 euros que deberá abonar la Seguridad Social española.

Nada más conocer el fallo del Tribunal, María Luisa expresó su emoción y satisfacción y dijo haber vivido «un sueño con un final feliz». Para el director de la Fundación Secretariado Gitano (FSG), Isidro Rodríguez, la resolución "supone un toque de atención al Tribunal Constitucional que no quiso apreciar discriminación ni tuvo en cuenta las circunstancias en las que se constituyó el matrimonio". "Es importante que las administraciones tengan en cuenta que la vulnerabilidad de las minorías étnicas en sus decisiones judiciales", añadió.


(Autora: Cristina I. Ortega Martos)

martes, 1 de diciembre de 2009

Matrimonio con un difunto


La Ley francesa, si se cumplen una serie de requisitos legales, permite el matrimonio entre una persona viva y una persona fallecida. Dicha Ley fue promulgada en 1959 por mandato del Presidente Charles de Gaulle. El origen de esta Ley se produjo ese mismo año cuando tras reventar la presa de Malpasset, en el sur de Francia, se inundó la localidad de Fréjus produciéndose cientos de muertes. En la ciudad siniestrada vivía una joven, Irène Jodard, quien le suplicó al Presidente poder continuar con sus planes de matrimonio pese a que su novio, André Capra, hubiese fallecido por motivo de la riada. La Asamblea francesa aprobó la Ley que permitía contraer matrimonio con un fallecido para que los vivos pudieran ser declarados viudos oficiales.

Por lo anterior, el artículo 171 del Código Civil francés contiene lo siguiente: “El presidente de la República, puede, por motivos graves, autorizar la celebración de la boda, si uno de los futuros esposos ha fallecido, después del cumplimiento de formalidades oficiales que marcan sin equívoco su consentimiento”.

El pasado día 14 de noviembre, Magali Jaskiewicz, una ciudadana francesa, se casó con una persona ya fallecida, Jonathan, el novio con el que vivió seis años y el padre de sus dos hijas, una de tres años y otra de 18 meses. Jonathan falleció en un accidente de tráfico hace un año, por este motivo no pudo acompañar a su prometida hasta el altar, momento con el que ambos habían soñado según Magali.

La autoridad municipal de Dommary-Baroncourt, ubicada en Lorraine, en el noreste Francia, ofició la ceremonia a título póstumo, con la bendición preceptiva de Nicolas Sarkozy y de acuerdo con todos los requisitos legales. Christopeh Caput, el alcalde que ofició la ceremonia aseguró que la petición de Magali era sólida. Según la legislación francesa, este tipo de bodas son posibles siempre que exista clara evidencia de que planeaban contraer nupcias antes de que uno de ellos falleciera. Magali y Jonathan acudieron al Ayuntamiento para pedir cita para su casamiento dos días antes de que el joven falleciera, se la anunciaron al alcalde del pueblo el 25 de noviembre de 2008. Jaskiewicz demostró a los funcionarios que ella y Jonathan habían vivido juntos desde el año 2004 y que compartían una cuenta bancaria. Además proporcionó una foto del vestido de novia que había comprado para su boda, que fue el mismo que el que lució en su boda póstuma.

Desde el punto de vista burocrático, la novia no adquiere el estado civil de casada, sino el de viuda. Con todo esto Magali pretende además de seguir adelante con sus planes de boda y cumplir el sueño de ambos, afianzar un clima de cierta seguridad para el futuro incierto que se cerniría sobre sus hijas. De este modo, las dos hijas del matrimonio podrán beneficiarse de la herencia paterna y los beneficios sociales pertinentes.

Aunque estas bodas no sean muy frecuentes, se celebran docenas de ellas cada año en Francia, según el Gobierno. Por regla general los matrimonios póstumos suelen ser íntimos y no tienen demasiada publicidad. Otro caso que sorprendió mucho a los medios de comunicación fue la boda de Christelle y Eric en febrero de 2004 a pesar de que el novio, el agente de policía Eric Demichel, había fallecido en septiembre de 2002 por motivo de otro accidente de tráfico, al igual que en el caso de Magali.



(Autora: Cristina I. Ortega Martos)