viernes, 9 de noviembre de 2012

Una boda diferente


El periódico El Mundo, en la publicación del día 4 de noviembre de 2012 recoge el siguiente artículo: Furor por las nupcias del Medievo.
En un mundo en el que cada día la tasa matrimonial cae por momentos, se ha descubierto la forma de olvidar lo que verdaderamente supone un compromiso de esta envergadura, y transformarlo en una atracción en la que montarse, al menos una vez en la vida. Aunque como nada es eterno, según afirma hoy la mayor parte de la población, quizás pueda repetirse cuando uno de los protagonistas varíe.
Leyendo el artículo, me encontré con la curiosa situación de aquellos que para unirse en matrimonio, y deseen hacerlo por lo civil, deciden darle un toque “original” cuanto menos, y convertir su boda en una representación de los enlaces del Medievo. Paradójicamente, resulta que aquellos que desean convertir su unión en algo inolvidable, pero se oponen a todo compromiso por la religión cristiana, emplean las formas y trajes de la época de la Edad Media, en la que la religión del pueblo era Católica. Es pues contradictorio, que personas que ahora evitan tomar los votos por la Iglesia Católica, prefieran reproducir su enlace, por lo civil, con vestimentas que empleaban los cristianos en otros tiempos, en los que cabe mencionar, el matrimonio civil no se había inventado.

Me sorprendió también, que una de las protagonistas de este tipo de enlaces afirmase lo siguiente: "¿Acaso los novios y mayoría de invitados no se disfrazan para ir a una boda? Porque la mayoría de personas no usamos esos tacones ni vestidos tan elegantes a diario" . Dicho esto, es deducible que estas parejas desean disfrazarse, y por qué no el día de su boda. Para gustos los colores, dice el refrán. No obstante, no es razonable que aludan a que todas las parejas e invitados van disfrazados cuando deciden contraer matrimonio, pues de considerarse el traje de chaqueta o un vestido blanco un disfraz, entonces deberíamos suponer también que habitualmente las personas nos disfrazamos para la cena navidad, el año nuevo, los eventos importantes, o incluso fiestas ibicencas o por qué no decirlo, también nos disfrazamos para ir a una entrevista de trabajo, o cerrar un negocio.
Dicho esto, y al hilo de la cuestión, seguí leyendo que un enlace de este tipo no tiene grandes costes, ya que solo se necesita un castillo o cortijo, una copa de espera, un banquete, un buen encargo de trajes de época y personas dispuestas a vestirlos,  grupo musical especializado en danzas medievales, el decorado para el lugar de la celebración (hecho a mano), y además, para darle más vida al evento, unas clases de preparación para saber emplear la espada (detalle este curioso, pues se me escapa el uso de la espada hoy día). La verdad, visto así, la diferencia con un enlace convencional se me escapa. No obstante, el artículo destaca que, en este tipo de enlaces, la boda suele salir mucho más económico que los tradicionales. Pero se olvida de puntualizar que todo el que desee contraer matrimonio no está obligado a hacerlo de blanco o traje, ni tampoco a dar un banquete. Estos son “añadidos”, y por tanto, el precio de una boda no es más que aquel que uno desee, en vistas a lo que pretenda gastarse. Asimismo, los protagonistas aluden a que el traje de firma de una novia es muy elevado comparado con el precio de alquiler de un traje de novia del Medievo, pero al preguntarle en la entrevista a las dos protagonistas que han empleado este tipo de temáticas, afirman que finalmente el traje se lo hicieron a medida, pues usar uno alquilado, no les convencía, cayendo finalmente en el tradicionalismo de elegir un traje especial, que tampoco usarán nunca más, como ellas mismas reprochaban en crítica a las novias que se casan de blanco.

En cualquier caso, siempre quedará alguien dispuesto a negar lo evidente. Por eso, más que en pararse en detalles tan insignificantes, deberíamos plantearnos si de verdad nos interesa casarnos o asistir a un carnaval anticipado, pues eso sí, yo aun no he visto a nadie disfrazado de dama o caballero del Medievo el día de Nochevieja, ni tampoco negociando un contrato, aunque todo parece ser cuestión de tiempo.

(Autora: María Gallego García)