miércoles, 8 de diciembre de 2010

Buenos hombres casados


(Noticia publicada en ABC)

Por mucho que se quejen, nada parece convenir más a un hombre que el matrimonio. Diferentes estudios ya han comprobado que los varones que han pasado por el altar tienen mejor salud y mejor calidad de vida. Pero no solo eso. Además, se ha comprobado que se meten menos en problemas y llevan a cabo menos conductas agresivas o ilegales. No quedaba claro, sin embargo, si esta asociación era una consecuencia de mantener una relación estable o si, por el contrario, los hombres menos «peligrosos» y más integrados tienen, simplemente, más probabilidades de casarse. Una nueva investigación realizada con pares de gemelos por una científica de la Universidad Estatal de Michigan en EE.UU. -sí, la autora del estudio es una mujer-, cree que las dos respuestas son válidas. Todas las claves aparecen publicadas en la revista Archives of General Psychiatry.

La genetista Alexandra Burt y sus colegas han descubierto que los hombres más integrados y con menos tendencia a incumplir las leyes son más proclives a terminar con un anillo en el dedo. Por si fuera poco, una vez que ya han dado el sí, su buen comportamiento se refuerza, y el matrimonio parece inhibir aún más las malas ideas. «Generalmente, el matrimonio es bueno para los hombres, al menos en la medida en que reduce el comportamiento antisocial, pero los datos también indican que quien se casa no lo hace por azar», señala Burt.

Para descartar los efectos de los genes en estas asociaciones, los investigadores examinaron 289 pares de gemelos varones. Los gemelos fueron evaluados en cuatro ocasiones: a las edades de 17, 20, 24 y 29 años. El estudio encontró que los hombres con niveles más bajos de conducta antisocial a los 17 y 20 años tenían más probabilidades de haberse casado a los 29 años (los investigadores se refieren al acto de contraer matrimonio como un proceso de selección). Nunca antes se había realizado una investigación así y nunca se había llegado a una conclusión semejante.

Además, una vez que los hombres están casados, las tasas de comportamiento antisocial se reducen aún más. Al comparar a un hombre casado con su gemelo idéntico que no lo había hecho, el casado, por lo general, mostraba una mejor conducta que el soltero.

Burt explica que es poco probable que el matrimonio inhiba el comportamiento antisocial de los hombres directamente, sino que el matrimonio es un marcador de otros factores tales como la vinculación social o el pasar menos tiempo con malas compañías. Otro factor que parece importante es la calidad de la unión. Cuando más estrechos son los vínculos entre los dos cónyuges, más fuerte es el efecto contra el comportamiento antisocial del varón. Una vez más, se demuestra que las mujeres son una buena influencia. Lo dice la ciencia.

martes, 2 de noviembre de 2010

Sobre la ideología de género


Copio el artículo publicado por Juan Manuel de Prada, con el título “Juegos de género”:

Como todos los totalitarismos que en el mundo han sido, la aspiración primordial de la ideología de género es completar una ingeniería social; esto es, disolver los vínculos naturales que forman el tejido social para, una vez convertido ese tejido en una suerte de papilla informe, sustituir tales vínculos por creaciones artificiosas que conviertan a las personas en lacayos del poder establecido. En su proceso de deconstrucción social, la ideología de género propugna que no existen ni el sexo ni la diferencia sexual como realidades innatas al ser humano; y que sólo existen «géneros», es decir, roles adquiridos, producto de una determinada práctica social. Para cambiar tales roles, la ideología de género ha declarado batalla sin cuartel a la institución familiar, que considera el último bastión de resistencia en su programa de ingeniería social. Y, aplicando el esquema de la lucha de clases marxista a las relaciones familiares, las presenta como relaciones conflictivas: así, el amor entre los esposos se convierte en relación de dominio, en la que florecen todo tipo de violencias y alienaciones; y, una vez convertida la vida de pareja en campo de Agramante, se pueden desarrollar «políticas de igualdad» que finjan poner coto a las violencias en el ámbito familiar (cuando lo que en realidad pretenden es engendrar dichas violencias), a la vez que «salvan» a los hijos, otorgando al Estado un falso título de legitimidad para encargarse de su educación. Así, la ideología de género se asegura el adoctrinamiento de la sociedad desde la propia infancia.

La obsesión de la ideología de género por la sexualidad de los niños es comprensible. Puesto que la diferencia sexual se considera una «alienación» impuesta desde instancias sociales represoras, el objetivo primordial debe ser combatir todo lo que perpetúa tal «alienación». Para acabar con la diferencia sexual entre hombres y mujeres, es preciso que el sexo de conciba no como algo determinado por el nacimiento, sino como una suerte de «asignatura de libre configuración», que cada quisque elige, según la «orientación sexual» que en cada momento de su vida le pete. Así, convirtiendo la práctica sexual en una actividad meramente lúdica, se construye una nueva utopía de hedonismo que preconiza la consecución de la felicidad a través de la exaltación del deseo sexual, sin límite moral, legal o corporal alguno. Chesterton la vislumbró hace casi un siglo, cuando auguró que no tardaría en proclamarse una nueva religión que, a la vez que exaltase la lujuria, prohibiese la fecundidad. Tal religión ya ha sido instaurada; y toda la panoplia legal desplegada en los últimos tiempos —reconfiguración de la institución matrimonial, consagración del llamado «derecho a la salud reproductiva y sexual», educación para la ciudadanía y demás flores pútridas de la ideología de género— no tiene otro afán sino otorgar cobertura jurídica a una revolución ideológica que trata de cambiar radicalmente la sociedad, moldeando la esfera interior de las personas.

En esta estrategia revolucionaria debe enmarcarse esta nueva pretensión de controlar el recreo de los niños en las escuelas, mediante el establecimiento de centinelas de género que vigilen los «protocolos de juego» y transmitan «los valores y principios adecuados». Pura y dura ingeniería social que podemos despachar con cuatro risas y cuatro bromas chuscas; pero algún día, no tardando mucho, la risa se nos congelará en la boca, en un rictus de horror. Para entonces, ya será demasiado tarde.

sábado, 9 de octubre de 2010

Familia monoparental y pobreza


La Oficina del Censo de Estados Unidos ha hecho públicas el 16 de septiembre las últimas cifras sobre renta y pobreza. Según el informe, el índice oficial de pobreza en Estados Unidos en 2009 era del 14,3%, por encima del 13,2% de 2008.

Otro documento, hecho público el mismo día que el informe de la Oficina del Censo, hacía hincapié en una importante causa de pobreza que suele olvidarse, la ruptura matrimonial. "Marriage: America's Greatest Weapon Agaisnt Child Poverty" (El Matrimonio: la Mejor Arma de Norteamérica contra la Pobreza Infantil) ha sido escrito por Robert Rector y publicado por la Heritage Foundation.

"El matrimonio sigue siendo el arma más fuerte contra la pobreza en Norteamérica, aún así sigue disminuyendo", afirmaba Rector.

Analizaba los datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos para el 2008. Según estos, el índice de pobreza para los progenitores solteros con hijos en Estados Unidos era en el 2008 del 36,5%. Un dato a comparar con el de las parejas casadas con hijos, con sólo un 6,4%. Así que crecer en una familia casada reducía en un 80% la probabilidad de que un niño viviera en la pobreza.

Rector admitía que algunas de estas diferencias estriban en el hecho de que los progenitores solteros tienen en general una preparación educativa inferior que las parejas casadas. Incluso así, cuando las parejas casadas se comparan con los progenitores solteros con el mismo nivel de educación, el índice de pobreza de los casados es todavía un 75% inferior.

El estudio observaba además que, desgraciadamente, el matrimonio está disminuyendo con rapidez en Estados Unidos. Durante la mayor parte del siglo XX, casi todos los niños nacían en parejas casadas. Así, cuando el presidente Lyndon Johnson lanzó la Guerra contra la Pobreza en 1964, el 93% de los niños nacidos en Estados Unidos nacían de parejas casadas.

En los años siguientes hubo un cambio espectacular en la situación. En 2007, sólo el 59% de los nacimientos de la nación eran de parejas casadas.

Rector también comentaba que no debemos pensar que este fenómeno se deba sobre todo a embarazos y nacimientos adolescentes. De hecho, en 2008, sólo el 7,7% de los nacimientos fuera del matrimonio en Estados Unidos eran de mujeres menores de 18 años. Tres cuartas partes eran de mujeres adultas jóvenes entre los 19 y 29 años.

"El declive del matrimonio y el crecimiento de los nacimientos fuera del mismo no es un asunto de adolescentes; es el resultado de la ruptura de relaciones de hombres y mujeres adultos jóvenes", afirmaba Rector.

En general, las familias monoparentales abarcan un tercio de todas las familias con hijos, pero el 71% de las familias pobres con hijos son monoparentales. En contraste, el 74% de todas las familias no pobres con hijos son de parejas casadas, observaba el estudio.

El vuelco masivo hacia las familias monoparentales también ha significado un gran coste para las finanzas públicas. Según Rector, el gobierno federal lleva adelante más de 70 programas de bienestar que proporcionan ayuda a las personas con bajos ingresos. En el año fiscal 2010, el gobierno federal y los gobiernos estatales gastaron 400.000 millones de dólares en recursos para familias con hijos y bajos ingresos, afirmaba. Y cerca de tres cuartas partes de esta asistencias, es decir 300.000 millones de dólares, fueron a familias monoparentales.

Dos factores influyen sobre la probabilidad de que una familia sea monoparental, la raza y la educación. El índice de nacimientos extramatrimoniales (el número total de nacimientos fuera del matrimonio para las madres de un grupo dividido por todos los nacimientos del grupo durante el mismo año) para toda la población fue del 40,6% en el 2008. Sin embargo, entre las mujeres blancas no hispanas fue sólo del 28,6%. Entre las hispanas esta cifra casi se doblaba, con un 52,5%, y entre los negros era del 73,3%.

Otro factor es la educación. "Los Estados Unidos están dividiéndose en un sistema de dos castas, con el matrimonio y la educación como línea divisoria", comentaba rector.

En 2008, en Estados Unidos nacieron fuera del matrimonio 1,72 millones de niños. La mayoría de ellos nacieron de mujeres adultas jóvenes con estudios de secundaria o inferiores. De hecho más de dos tercios de los nacimientos de mujeres que habían abandonado la secundaria tuvieron lugar fuera del matrimonio. En contraste, entre las mujeres con al menos un título universitario, sólo un 8% de los nacimientos ocurrieron fuera del matrimonio.

"Para combatir la pobreza, es vital robustecer el matrimonio; y para robustecer el matrimonio, es vital que se dé a la población de riesgo una comprensión clara y efectiva de las ventajas del matrimonio y de los costes y consecuencias de la maternidad extra marital", concluía Rector.

(Fuente: Zenit)

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Lo que define al matrimonio

(Tomo prestado este interesante artículo de Aceprensa)

Si se define el matrimonio por características no esenciales, es difícil no aceptar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Stephen J. Heaney, profesor asociado de filosofía en la Universidad Saint Thomas en Saint Paul (Minnesota), propone volver a una auténtica idea del matrimonio, en un artículo publicado en MercatorNet, del que traducimos algunos párrafos.

Fuente: Public Discourse
Fecha: 30 Agosto 2010

Abraham Lincoln preguntó una vez cuántas patas tiene un perro si llamamos a la cola pata. La respuesta, dijo, es cuatro: llamar a una cola pata no cambia nada. Nos reímos y seguimos adelante.

Pero ¿y si la gente comienza a argumentar que la cola es en realidad una pata? Se podría decir que lo que define la pata es que se trata de un apéndice del cuerpo del perro, que contiene huesos y músculos cubiertos de piel y de pelo, igual que una cola. Solo que la cola sale del cuerpo en un ángulo diferente que las otras patas. Cuando la cola cuelga hacia abajo, ¿quién puede ver la diferencia?

Este es un ejemplo de cómo definir una cosa por sus características no esenciales. Es como decir que un soldado es "un hombre que viste un uniforme y lleva un arma", o llamar a un estadio de fútbol "un campo rodeado por un montón de asientos." Puede ser verdad en cada caso, pero no sirve para definirlo.

(...) La exigencia del matrimonio entre personas del mismo sexo implica un error similar. El matrimonio se caracteriza a menudo hoy en día de la siguiente manera: (1) dos personas (2) que se aman (3) que desean tener relaciones sexuales (4) dan su consentimiento para unir sus vidas en lo sexual, material y económico (5) con el refrendo de la comunidad. Dado que las parejas del mismo sexo pueden cumplir con los cuatro primeros criterios, ¿cómo puede la sociedad rechazar la quinta? (...)

Pensando en los hijos

Por lo general, el matrimonio tiene de hecho estas características. Pero ¿por qué el matrimonio tiene estas características? (...)

En primer lugar, los seres humanos tienen una poderosa atracción para mantener relaciones sexuales.
En segundo lugar, las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer de modo natural y frecuente llevan a tener hijos. Hombres y mujeres solo tienen cada uno una parte del sistema reproductivo completo. Sin las dos partes, la reproducción no puede suceder. Si el resultado no fueran los niños, sería un verdadero misterio saber para qué tenemos esos órganos, y por qué tenemos una profunda inclinación a mantener relaciones sexuales.
En tercer lugar, la crianza de los niños es una responsabilidad de por vida. Como seres sociales que somos, nos mantenemos conectados a través de las generaciones. Incluso cuando los adultos tienen sus propios hijos, necesitan la sabiduría y el consejo de sus padres y madres. Para los que entran en este proyecto todo es más fácil si se quieren y saben darse el uno al otro. Realizar estas acciones con amor es la forma propia del ser humano.
En cuarto lugar, como dan origen a los hijos, las relaciones sexuales tienen importantes consecuencias públicas. No son, como nos gustaría pensar, actos puramente privados. A la comunidad le importa quién las realiza, y en qué circunstancias. Así que la comunidad aprueba ciertos acuerdos sexuales; y rechaza como inapropiados otros que no cumplen con la plenitud de la verdad de la sexualidad humana. Para apoyar a los que la cumplen, les ofrece la institución del matrimonio. En el matrimonio, la pareja se compromete ante la comunidad a realizar este proyecto a través de las promesas de fidelidad y permanencia, uniendo sus cuerpos y sus vidas para hacer que el proyecto se realice. (...) La comunidad apoya a la familia por medio de protección y ayudas. Puede ser que otros reciban prestaciones similares por distintas razones, pero la razón de que las prestaciones correspondan al matrimonio es para ayudar a que el proyecto del matrimonio prospere.

Si la sexualidad no llevara naturalmente a la descendencia, sería difícil explicar por qué existe, tanto si uno cree en una evolución puramente material o en un diseñador amoroso del universo, pues no tendría ninguna utilidad. Si los actos sexuales no conducen naturalmente a los hijos, sería difícil explicar cómo apareció el matrimonio en la historia humana, pues no serviría para nada

Las religiones no lo inventaron

Las religiones pueden bendecir el matrimonio, pero no lo han inventado. Como el sexo y el matrimonio son realidades profundamente importantes, no es de extrañar que tengan un significado religioso. Pero el sexo y el matrimonio han existido siempre en toda comunidad humana.
Si aceptamos una definición de matrimonio basada en sus características no esenciales como si eso bastara, sería imposible rechazar el matrimonio homosexual. En cambio, si se tiene en cuenta toda la verdad, es imposible aceptarlo. Aunque superficialmente las uniones homosexuales resulten parecidas a los verdaderos matrimonios, las relaciones entre personas del mismo sexo no puede funcionar como matrimonios.
Hoy en día, los matrimonios se desmoronan, las familias se rompen, la sociedad se tambalea. ¿Por qué? Porque no estamos viviendo en la verdad. Aceptamos una mala definición del matrimonio, admitimos casi cualquier arreglo sexual, glorificamos la búsqueda del placer sexual, y tratamos a los niños como si fueran un medio para satisfacer nuestros deseos. En su gran mayoría, las investigaciones muestran que criar a los niños en un ambiente distinto al de sus padres naturales es perjudicial. A veces el daño es inevitable, como cuando un padre muere, pero no hay que buscarlo a propósito.

lunes, 31 de mayo de 2010

El amor y las matemáticas


José Manuel Rey, profesor del Departamento de Análisis Económico de la Universidad Complutense de Madrid ha elaborado un modelo matemático en el que emplea la Segunda Ley de la Termodinámica y ecuaciones de control del ámbito de la ingeniería para explicar la razón de las rupturas de las relaciones amorosas. Según sus resultados, mantener el amor a largo plazo «es algo muy costoso y, con excepciones, casi imposible».

El trabajo del profesor ha sido publicado en una revista científica y utiliza como fundamento lo que los psicólogos llaman la segunda ley de la termodinámica de las relaciones sentimentales. “En el mundo de la física, un recipiente que está caliente tiende a enfriarse de manera espontánea si nadie lo mantiene con calor; con las relaciones pasa lo mismo, hay que cuidarlas”, explica el profesor. El investigador aplica la teoría del control óptimo para conocer cómo debe ser ese esfuerzo.

La fórmula matemática razona la causa de las rupturas. Para empezar, “la manera de regar el jardín, de mantener nuestra relación, es muy particular. Cada pareja debe descubrir su patrón específico, que no es evidente”, comenta Rey. También añade que “uno debe conocer cuánto está dispuesto a esforzarse por mantener la relación... Esto es perverso, porque sea lo que sea, siempre será insuficiente” y expone que “cuando uno se esfuerza algo menos, hay una inercia a la dejadez”.

El modelo es bastante desalentador, “especialmente si lo aplicamos a la sociedad en la que vivimos, en la que prevalecen las políticas de poco esfuerzo y mucha recompensa”, medita José Manuel Rey. A pesar de todo, siempre queda una ventana abierta a la esperanza. “Hay personas que lo consiguen, pero si preguntas a las parejas que llevan 40 años juntas y felices, seguro que no te van a decir que ha sido gratis”.

Otros investigadores con anterioridad también han estudiado la curiosa relación entre el amor y las matemáticas. Un profesor universitario australiano, Tony Dooley, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, también llega a la conclusión de que la gestión del amor se guía por una fórmula matemática. El amor entendido en sentido estricto, no el amor pasajero sino el que desemboca en el matrimonio. El cálculo se hace a partir de dos variables: la edad a la que persona comienza a buscar pareja estable y la edad máxima a la que quiere casarse.

Paul Diffloth, matemático y sociólogo, autor de “Ensayos sobre la matemática del amor” (1907), apuntaba que la duración de un amor depende de la importancia relativa de los dominantes: corazón, sentidos, espíritu.

Por último, cabe plantearse si es el amor como sentimiento es el único que se configura como un componente más que se deja llevar por la lógica de las matemáticas quedando inmerso en las reglas algebraicas o de probabilidad, por ser aleatorio o si cabría incluir el amor como virtud, el de entrega sin esperar nada a cambio, que deja su carácter de sentimiento para convertirse en una constante.



(Autora: Cristina I. Ortega Martos)

martes, 4 de mayo de 2010

El mito del amor romántico



A continuación se expone, a modo de ejemplo, un extracto de un artículo reciente del Licenciado en Derecho y analista de tendencias sociales, Juan Meseguer Velasco, que nos plasma una perspectiva del concepto de matrimonio a lo largo del tiempo y nos puede servir de entrada para iniciar nuestros propios debates al respecto.

“El matrimonio es una institución maravillosa, pero ¿quién desea vivir en una institución?”. La pregunta de Groucho Marx sintetiza bien el sentir de una época.


En el pasado, se daba por hecho que el matrimonio es una institución social pensada sobre todo para proteger a los hijos. Tenían claro que el matrimonio no es sólo ni de manera esencial un asunto de sentimientos.
Sin embargo, a partir de los años sesenta del siglo pasado, muchos empezaron a considerar el matrimonio como un proyecto individualista que no guardaría relación con la descendencia sino principalmente con el logro de la satisfacción personal.


El ideal del amor romántico surgió a finales del siglo XVIII como reacción a los matrimonios que algunas familias de la nobleza imponían a sus hijos para mejorar su posición social.
Frente a esta visión del matrimonio en la que predominaban las consideraciones económicas o sociales, el romanticismo tuvo el acierto de recordar –como había hecho siglos antes el cristianismo– que el matrimonio debía estar ligado al amor, el respeto mutuo y la igualdad.
Pero en el siglo XX, el ideal del amor romántico adquirió un nuevo significado. A partir de la revolución sexual de los años setenta, se usó como bandera para cuestionar la propia institución del matrimonio.

Pensadores como Sartre, Marcuse o Wilhelm Reich presentaron el matrimonio como una “cárcel del amor”.

Los cambios culturales e ideológicos de los años setenta se reflejaron pronto en el campo del derecho. Una vez liberalizado el divorcio, se produjo un proceso de “desjuridificación” del matrimonio. Con ello aumentó la creencia de que el matrimonio es una simple relación afectiva entre dos adultos.


Amor sin compromiso
Uno de los autores que más han analizado esta visión del matrimonio es Anthony Giddens. El sociólogo británico detectó: “La total separación entre enamoramiento, como sentimiento de atracción hacia otra persona, y compromiso moral y jurídico de fidelidad a esa persona”.
Unido a lo anterior está la idea de que los cónyuges son libres de dar forma a su unión y de establecer el tipo de vínculo que quieran.

Como explica Ulrich Beck, en la nueva versión del amor romántico no hay normas externas a la pareja. “Todo se presenta en forma de ‘yo’.


Contrato de convivencia
Sobre este presupuesto, algunos autores dan por hecho que el matrimonio es un simple contrato de convivencia. “El matrimonio-pareja –escribe Julio Carabaña– es un fin en sí; existe sólo para sus contrayentes


Crecientes expectativas y descontento
Se suponía que esta nueva versión del amor romántico –que ahora se identifica con el matrimonio fácilmente disoluble– iba a traernos mayores cotas de satisfacción personal, pero lo cierto es que sólo ha logrado aumentar las tasas de divorcio. Esta es la paradoja que muestra la historiadora estadounidense Stephanie Coontz , poco sospechosa de conservadurismo.


Divorcios arbitrarios
El sociólogo norteamericano W. Bradford Wilcox también ha vinculado el nuevo ideal del amor romántico con el auge del divorcio moderno, en un artículo que ha suscitado mucho interés en los foros académicos de Estados Unidos. Wilcox comienza sintetizando diversas investigaciones que muestran los daños del divorcio en los hijos. En concreto, los hijos de padres divorciados tienen “entre dos o tres veces más riesgo de sufrir patologías sociales o psicológicas serias que los hijos cuyos padres siguen casados”. “Cuando los hijos ven que sus padres se divorcian por la sencilla razón de que se han distanciado (…), la confianza de los niños en el amor, el compromiso y el matrimonio suele hacerse añicos”.
Además, como recuerda Wilcox, hay que tener en cuenta el sufrimiento que produce en los adultos la sensación de un divorcio arbitrario. “Un divorcio injusto puede llevar a un declive emocional, dificultades en el trabajo y a un deterioro serio en la calidad de sus relaciones con sus hijos”.


Pierden más los pobres
Llegados a este punto, Wilcox plantea la hipótesis principal de su artículo: la sustitución del modelo institucional de matrimonio por otro basado solamente en la afinidad de la pareja ha contribuido a que quienes tienen menos recursos –emocionales, sociales y económicos– estén más expuestos a que se hunda su unión, y por lo tanto perciban el matrimonio como una institución poco atractiva.
A la vistas de estos datos, Wilcox concluye que al redefinirse el concepto de matrimonio en términos exclusivamente románticos, los grandes perdedores han sido las personas de bajos ingresos. En cambio, los que tienen un nivel de estudio alto están volviendo ahora al modelo institucional de matrimonio.
En otras palabras, la progresiva desinstitucionalización del matrimonio –que en su día se defendió como un proceso para “democratizar el amor”– no sólo no ha extendido la igualdad de oportunidades, sino que ha abierto un nuevo frente en la brecha entre ricos y pobres: la desigualdad matrimonial.

Extracto del artículo “El amor romántico, un soporte frági” de Juan Meseguer Velasco/Aceprensa

lunes, 12 de abril de 2010

Divorcio express


La Ley 15/2005, de 8 de julio, reformó el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de separación y divorcio.
La regulación del divorcio supuso uno de los cambios sociales más importantes de las últimas décadas en nuestro país. La Ley que aprobó el divorcio entró en vigor en 1981 y desde entonces se han producido una serie de modificaciones. El cambio en el modo de entender las relaciones sentimentales y evitar que los conflictos entre los cónyuges se extiendan en el tiempo llevó al Gobierno a aprobar la mencionada Ley 15/2005.

El fundamento en el que se basa el legislador es introducir una reforma que se centra en el respeto al libre desarrollo de la personalidad, garantizado en el artículo 10.1 de la Constitución Española.
Las principales consecuencias de la promulgación de esta Ley es que no hay necesidad de la separación previa para pedir el divorcio, suprimiendo las causas para disolver o suspender el matrimonio. En cuanto a las relaciones paterno filiares se permite que los niños vivan alternativamente con el padre y la madre.
Se dice que el ejercicio del derecho a no continuar casado no puede hacerse depender de la demostración de la concurrencia de causa alguna. Es suficiente con que uno no desee continuar con el matrimonio para que pueda demandar el divorcio sin que el demandado pueda oponerse por motivos materiales y sin que el Juez pueda rechazarlo, salvo por causas personales. Desde la referencia a los principios básicos del matrimonio, quizás es difícil armonizar la obligación primera de los cónyuges de “vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente” que se encuentra recogida en el artículo 68 del Código Civil con el reconocimiento de la plena eficacia al desistimiento unilateral. Con esto, se asemeja más el matrimonio a la unión de hecho ya que el régimen de extinción del vínculo resulta muy fácil.
Esta modificación en materia de separación y divorcio es de gran trascendencia debido a que no sólo afecta a un gran número de personas sino básicamente por regular en sí misma una situación, ya no sólo jurídica, sino personal, con consecuencias económicas, sociales y afectivas.

Algunos sectores opinan que con esta nueva Ley que establece la unilateralidad en la ruptura, la eliminación del período de separación previo, como posible período de reflexión y, el hecho de que no sea necesario alegar causa alguna, convierten el matrimonio en un simple contrato.

Las rupturas matrimoniales, antes de la entrada en vigor de la Ley, alcanzaban un número de 32.000 de media trimestral y que después de esa fecha se habían incrementado a 40.000; siendo de destacar que cerca de 16.000 parejas se reconciliaban cada año durante el proceso de separación o divorcio, cifra que ha disminuido considerablemente, por lo que se habla de la necesidad de adoptar medidas de mediación que permitan esa reconciliación.



(Autora: Cristina I. Ortega Martos)

jueves, 8 de abril de 2010

Beneficios del matrimonio



Extraigo los siguientes párrafos de una noticia publicada por El Mundo:

En los últimos años, la ciencia ha atribuido al matrimonio 'bien avenido' numerosas ventajas mentales y físicas. Los estudios acumulan evidencias que constatan que ambos cónyuges tienen menos niveles de depresión, ansiedad y estrés psicológico que los solteros. Y no sólo eso, los hombres y mujeres casados suelen beber menos alcohol, conducir de forma más segura, fuman menos y, por lo general, se sienten en mejor forma que sus congéneres que viven en solitario.

Ahora, un grupo de investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de Florida (EEUU) acaba de llevar a cabo una investigación que constata ventajas similares para los estudiantes universitarios que mantienen un noviazgo.

Scott Braithwaite, autor principal del ensayo, y su equipo han señalado que el estudio "examina si la salud física y mental varía en función de la relación romántica no matrimonial y si este tipo de relación también protege de las conductas de riesgo. Puede que el efecto protector del matrimonio en relación a los comportamientos de riesgo se inicie antes, durante el noviazgo".

Sin embargo, en cuanto a la salud física, se sigue constatando que es mejor entre las personas casadas. Una de las posibles explicaciones que esgrimen los autores del ensayo sobre la no existencia de diferencias en la salud física entre novios y solteros [algo que no sucede con las personas casadas y las que no lo están] reside en que "se trata de una muestra de personas jóvenes, de individuos sanos. También es probable que en las relaciones prematrimoniales no trabajen los mismos 'ingredientes activos' que en el matrimonio. Un ejemplo de ello sería el compromiso. Las relaciones en la universidad no están marcadas por el mismo elevado nivel de compromiso inherente al matrimonio. Las investigaciones anteriores han encontrado que la voluntad de sacrificio se asocia positivamente con una mayor sensación de bienestar".

Me interesa subrayar sobre todo lo último que dice la noticia sobre los beneficios del compromiso.

martes, 6 de abril de 2010

Mantener la fidelidad


Una autora norteamericana ha diseñado unos consejos a modo de precauciones para salvaguardar la fidelidad dentro el matrimonio en la sociedad actual. Resumo los principales, para el debate:

- No compartas con alguien del sexo opuesto intimidades o secretos sobre ti o sobre tu matrimonio que no has revelado a tu cónyuge. Se puede generar una intimidad emocional con una tercera persona que acabe deslizándose hacia algo más.

- Evita citas solitarias con miembros del sexo opuesto, ya sea por trabajo o cualquier otro motivo; y si se dan, que sean en sitios públicos.

- No seas inocente: la mayoría de las personas que cayeron en la infidelidad confiesan que no querían tener un lío, pero que las cosas se les fueron yendo de las manos… Los primeros pasos nunca son malos en sí mismos, pero hay que ver si son imprudentes.

- Cuida tus pensamientos, a fin de no centrarte en aspectos negativos de tu cónyuge: trata de recordar siempre lo que te enamoró, lo que admiras, lo positivo. Tampoco hagas comparaciones con personas que acabas de conocer: siempre son engañosas e injustas, porque tu conocimiento es mucho más superficial, y lo nuevo siempre tiene el brillo de lo que no ha sufrido desgaste –pero tampoco se ha puesto a prueba–.

- No te resignes ante la tentación de ser infiel: lucha y, si es necesario, busca ayuda, siempre se puede evitar.

lunes, 18 de enero de 2010

Progenitor A y Progenitor B


Después de que el pasado 8 de enero el Consejo de Ministros diera luz verde al Anteproyecto de Ley del Registro Civil por el cual se elimina el término de padre y madre a cambio de "progenitor A" y "progenitor B", en una entrevista a José María Martí Sánchez, doctor en Derecho, este profesor universitario responde a la siguiente cuestión:

¿Qué consecuencias sociales puede provocar en el Registro Civil las nuevas denominaciones “Progenitor A” y “Progenitor B”, en lugar de padre y madre?

Todo lo referido a la familia, incluido lo instrumental como pueda ser un registro, tiene la mayor repercusión personal y social. Por tanto, las consecuencias de una reforma legal sobre la familia son muchas. Máxime cuando inciden en su definición, es decir, sobre su base matrimonial.

El Anteproyecto de Ley del nuevo Registro Civil (8 enero 2010), según la información publicada, responde a la misma filosofía. Tiene como contexto propio el marco de alteración sustancial del matrimonio emprendido por las leyes 13/2005, que introduce el llamado matrimonio homosexual, y 15/2005 o «ley de divorcio exprés». Con estas, normas y otras de ámbito nacional o autonómico, como la catalana de diciembre de 2008, desaparecen dos de las bases naturales del matrimonio: la complementariedad y la estabilidad. Previamente, desde 1981, la otra nota, la fecundidad, había sido seriamente afectada. Hoy, el modo en que se explica la sexualidad, no deja resquicio a que el matrimonio despliegue su potencialidad. Todo ello se nota en las bajas tasas de nupcialidad y nacimientos.

El anteproyecto sigue la misma pauta. Se reemplaza el estatuto natural del matrimonio y la familia por una figura convencional que incorpora realidades diversas. De este modo unifica la familia matrimonial con otros tipos de agrupaciones humanas. Extrema lo establecido por la Orden 568/2006 para generalizar términos tan pintorescos y ridículos, como los de progenitor A y progenitor B. Pensemos que el término progenitor por su etimología es más pobre que la noción de padre o madre, pues se refiere exclusivamente a que da origen —biológico— a la vida, pero justamente esto es lo que no ocurre en las parejas homosexuales (masculinas).