lunes, 5 de octubre de 2009

La moda de la cohabitación

La cohabitación juvenil está cada vez más socialmente aceptada en Europa y Norteamérica, y en algunos países se ha convertido en un modo alternativo de vida en pareja frente al matrimonio. Pero los datos demuestran que la mayoría de las parejas desean casarse, aunque la cohabitación previa contribuye a retrasar el matrimonio y a hacerlo más frágil.Hasta los años ochenta del siglo XX, la cohabitación, basada sólo en el sentimiento, estaba reservada a sectores marginales de la población o bien a los libertarios que abogaban por el amor sin reglas.Poco a poco, una iniciación sexual cada vez más temprana, junto al retraso de la edad del matrimonio y la desaparición del estigma de la madre no casada han contribuido a la extensión de la cohabitación de los jóvenes.La debilidad del actual vínculo matrimonial ha provocado que se acepte con naturalidad la idea de que la diferencia entre una pareja de hecho y un matrimonio sólo es un papel sin valor, y de que los niños pueden encontrar el mismo ambiente saludable en esas uniones informales.

En países como España la cohabitación ha sido durante muchos años un fenómeno con escasa presencia social. Sin embargo, esta tendencia ha cambiado en la última década. Según un estudio realizado por Pau Miret, profesor de geografía de la Universitat Autònoma de Barcelona, la cohabitación en España pasó de un 12,2% en 2001 a un 24,7% en 2008. Sobre la base de los censos de 1991 y 2001 y la Encuesta de Población Activa correspondiente al primer trimestre del año 2008, el estudio muestra también que la mitad de la población de entre 20 y 39 años convive actualmente en una unión de hecho.
En la mayoría de los países, la cohabitación sigue siendo un fenómeno ligado a la edad. En general, los jóvenes que se encuentran en la veintena prefieren la unión de hecho al matrimonio, porque quieren vivir con su pareja pero no tienen todavía la idea de crear una familia. Sin embargo, a partir de los treinta años, el matrimonio se consolida en todos los tramos de edad como la forma preferida de convivencia.

La situación de cohabitación depende también de la clase social. En Gran Bretaña, el estudio de Anastasia De Waal, Second Thoughts on the Family pone de relieve que la práctica a gran escala de la cohabitación y de la maternidad en soltería está mucho más extendida entre los niveles de bajos ingresos.
De Waal concluía que los gobiernos diseñan sus políticas dando por supuesto que la gente que cohabita lo hace simplemente porque quiere y que esto es un signo de diversidad o, en sentido contrario, de decadencia de los valores familiares. En cambio, ella subraya que hay altos niveles de matrimonio y estabilidad en las familias de clase media y alta, mientras que hay mayores índices de cohabitación, de divorcio y de familias monoparentales entre quienes tienen bajos ingresos y están sumidos en la pobreza estructural. Lo que se llama “familia moderna” sería más bien la familia pobre.

(Tomado de un artículo de Juan Meseguer Velasco, en Aceprensa y Análisis Digital)

7 comentarios:

  1. Yo, entiendo que, la cohabitación es una situación que, tal y como se expresa en el artículo, es seguida por las parejas jóvenes (20-30 años). Pero esta situación -la cohabitación-, desde mi punto de vista, no perjudica al matrimonio canónico, puesto que consideremos es una fase en la cual se convive y se "pone a prueba" la relación que, será consolidada y, posteriormente, afianzada con el matrimonio. O bien, si no "funciona" acaba disolviéndose la relación y convivencia, y por tanto, no se ha llegado a acceder al matrimonio y por ende, éste no se ha visto afectado.
    Desde esta posición, considero que avala lo expuesto en el punto anterior, el hecho de que las personas que han pasado por una ruptura del primer matrimonio, no quieren, independientemente del impedimento canónico que pueda existir, volver a contraer matrimonio. Por tanto, entiendo que, las situaciones de cohabitación se dan en dos etapas distintas de la vida de las personas:
    Una, en las parejas más jóvenes (20-30 años) antes de contraer ningún tipo de matrimonio.
    Dos, en aquellas personas que han pasado por una separación o divorcio y han vuelto a encontrar pareja.

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  2. Considero que la cohabitación juvenil es positiva, ya que constituye una manera de afianzar que la posterior unión matrimonial resultará exitosa si la convivencia previa es positiva o por el contrario será un desastre.
    La cohabitación es una manera fácil de poner fin a una convivencia imposible si las cosas no salen como es lo esperado, y de poder reiniciar una nueva relación más fructifera con la persona adecuada.
    Por el contrario el matrimonio contraido sin una convivencia previa puede desembocar en divorcio precipitado al descubrir actitudes de la pareja que no se correspondían con las manifiestas en el noviazgo, además de tener que hacer frente a los trámites que conlleva un divorcio y que resultan aparatosos en comparación con la opción de la cohabitación.
    La cohabitación no perjudica al matrimonio civil o canónico sino que afianza una unión fructifera en un futuro, basada en el pleno conocimiento de la persona que va ser tu pareja, en el respeto mutuo y por tanto en el verdadero amor.

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  3. Dolores Mata Ramírez22 de enero de 2010, 14:48

    Creo que la gente cae en el error de pensar que vivir juntos antes del matrimonio es un "matrimonio de prueba", para poder determinar si las parejas son compatibles antes de contraer matrimonio. En realidad las personas que cohabitan tienden a ver el matrimonio de forma negativa puesto que implican asumir nuevas responsabilidades y esta gente prefiere evitar el compromiso que encierra el matrimonio. Además, decidir la convivencia suele ser menos meditada que la decisión de contraer matrimonio y esto hace que se puedan cometer errores con mayor facilidad.
    Os dejos un texto sobre unos estudios realizados:
    "TEORIA DE LA INERCIA Hay parejas que conviven y nunca se casan; otras lo hacen después de pensarlo reflexivamente; y hay un tercer grupo que son aquellos que viven juntos y desembocan en el matrimonio pero no gracias a una decisión pensada en conjunto, sino más bien producto de la rutina de de ya vivir juntos. Ese "dejarse llevar" es más de lo comun de lo que se piensa y constituyen las parejas con mayor índice de riesgo.
    Conocida como la "teoría de la inercia", ésta ha sido estudiada largamente en EE.UU. Según un estudio publicado en la revista de American Psychological Association (APA), las parejas que deciden convivir antes de comprometerse tienen un alto riesgo de separarse y, a la vez, una menor calidad en la vida conyugal.
    Una de las autoras del estudio, la psicóloga Galena K. Rhodes, académica de la Universidad de Denver, en EE.UU., explica a La Tercera que "creemos que muchos terminan casándose con alguien que objetivamente no hubieran elegido si no vivieran juntos". Esto ocurre -agrega- porque las personas empiezan a contraer restricciones tales como compartir el financiamiento, redes sociales o, en otros casos, por un embarazo.
    MENOS SATISFACCION Una encuesta realizada a 1.050 matrimonios norteamericanos entre 18 y 34 años -todos con 10 años de casados o menos- concluyó que el 43% de las parejas que conviven antes de comprometerse tienen una menor calidad en el matrimonio -en términos de satisfacción matrimonial, comunicación, confianza en el futuro de la relación, compromiso y nivel de amistad-, que aquellos que convivieron sólo después de comprometerse (16,4%) o después de casarse (40,5%). Así también, los primeros reportaron un mayor riesgo a divorciarse que los otros grupos".
    Cuando las personas deciden convivir sólo para probar cuando se piensa así existen motivos más profundos que hacen dudar de la relación.
    Si ya hablamos de que son personas católicas las que conviven la cosa es aún peor puesto que cuando las personas viven juntas sin casarse, han dejado a Dios fuera de su relación, puesto que no han hecho ningún compromiso ante Él. Aunque algunos dirán que una pareja que cohabita “está casada a los ojos de Dios”, eso no es cierto. No están casados a los ojos de Dios porque está viviendo en contra de los preceptos bíblicos referentes al matrimonio. Y no están casados a sus propios ojos porque han decidido específicamente no casarse.

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  4. Gracias por esta aportación, puede que la utilice para una futura entrada.

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  5. Fátima Herrador Rosales26 de marzo de 2010, 4:19

    Actualmente y como dice el artículo, la cohabitación se está extendiendo cada vez más. En mi parecer, este fenómeno no está acabando con el matrimonio, la gente cada vez más recurre a esta situación como modo para poner en práctica la convivencia.
    Hay una gran diferencia entre la relación de pareja (novios formales) a un matrimonio; la cual es la convivencia juntos y el compartir o repartir responsabilidades.
    Mientras se está de novios no hay que compartir responsabilidades importantes como el mantenimiento de la casa económicamente o la limpieza y por tanto la situación es mucho más despreocupante. Cada miembro vive en casa con los padres o está emancipado, normalmente tiene su trabajo y sólo se preocupa de vivir bien; sin embargo al pasar a la situación de matrimonio todo cambia, es una forma de vivir nueva, una nueva adaptación y algunas personas no están preparadas para ello. Por lo tanto deciden pasar un tiempo viviendo juntas a modo de matrimonio, para ver como se desenvuelven en esa nueva situación; la cual normalmente acaba en la consolidación del matrimonio puesto que ya empiezan a querer formar una familia.
    Si, que es verdad que la cohabitación está retrasando el momento del matrimonio en cuanto a años, ya que las parejas tradicionalmente se casaban más jóvenes.
    También debo decir, que a pesar de tener esta idea de la cohabitación, tengo que reconocer que a veces no es útil, puesto que existen parejas que a pesar de haber estado conviviendo antes del matrimonio se divorcian al poco tiempo.

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  6. María Calero Lucena.29 de marzo de 2010, 9:43

    Es verdad que la cohabitación se está poniendo cada vez más de moda, pero no considero que este hecho esté perjudicando al matrimonio canónico ya que muchas de las parejas que deciden vivir juntas sin casarse terminan haciéndolo. En mi opinión pienso que es un método para “ponerse a prueba”, es decir, es una manera de probar como será la vida en común una vez que se casen y sobre todo, comprobar si esta convivencia funciona, ya que si no es así terminarán en divorcio y esto es más complicado que dejar de vivir juntos. Precisamente esto último es lo que pienso que es la razón por la cual la cohabitación cada vez es más habitual ya que un divorcio es más costoso y difícil y conlleva muchos problemas.

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  7. Tras llorar toda una mañana por la pérdida de mi marido después de una larga enfermedad y un deseo imcumplido, como el de realizar nuestro sueño de casarse, he recibido la brillante idea de un enlace a titulo Póstumo.
    No sé por qué, puesto que yo no sabía que eso existiera, he entrado en Internet y he encontrado esta pagina que ha traido a mi desolación y tristeza una luz de esperanza. "Matrimonio con un difunto".
    Nuestro sueño, me he dicho, se podría realizar en la tierra desde el cielo y quedarse sellado para siempre en un documento como así quería él. ¡Se lo debo!.
    Núnca he de olvidar sus palabras: -"Lo mejor que me ha pasado en esta vida es tener la madre que tuve y conocerte a tí".
    Los dos veniamos de divorcios muy traumáticos y juntos encontramos la felicidad que tanto anhela todo ser humano.
    Sólo el reconocimiento por la Administración Española de mi divorcio Francés celebrado en Perigueux el 21-3-83 nos lo impidió, ya que este llegó unos meses antes de que falleciera repentinamente.
    Detrás de toda esta historia no hay ningún interés material, simplemente el de satisfacer a mi ser amado y restablecerlo a nivel familiar.
    ¡Lucharé por ello!

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