miércoles, 26 de octubre de 2011

Perspectiva de familia

Copio este artículo publicado en La Razón por el magistrado José Luis Requero:

PERSPECTIVA DE FAMILIA

La semana pasada supimos que desde enero han salido de España más inmigrantes que los que llegan. En concreto y según el Instituto Nacional de Estadística, han llegado 317.491 inmigrantes, pero han salido 356.692, algo inédito en los últimos diez años. También se van de España españoles: en lo que va de año han salido unos 50.000, una cifra que, por ahora, no se considera preocupante. Además se estima que en una década la población española se reducirá en cerca de medio millón de personas debido a la menor afluencia de población inmigrante.

Estos datos agudizan el problema demográfico que padece España; yo hablo de suicidio demográfico, otros hablan de “invierno” demográfico, da igual: la cuestión es que un país que envejece tiene un grave problema, es un país que se suicida, que renuncia a tener futuro. Hoy los mayores de sesenta y cinco años superan en más de un millón a los menores de quince años. En los últimos años la población inmigrante ayudaba a mejorar las cifras; ayudaban a recuperar la tasa de reposición poblacional (que nazcan más de los que fallecen), pero los datos anteriores pintan un panorama muy negro.

En la misma semana que se conocía esa noticia, se presentaba el libro “La familia, desafío para una nueva política”, que ha editado el Instituto de Política Familiar y del que son autores Eduardo Hertfelder, Mariano Martínez-Aedo y Lola Velarde. En él se analiza este invierno demográfico como parte de otro no menos inquietante: la situación de la familia en España. Los autores estudian esa situación, chequean las políticas desarrolladas hasta ahora y, de nuevo, el panorama no invita a la tranquilidad. Pero el libro no se queda en el análisis y propone hasta 101 medidas para una política con perspectiva de familia.

Si el futuro de la humanidad pasa por fortalecer la familia como institución natural, como hábitat natural donde cada persona nace, aprende a relacionarse, donde se es querido por lo que es, España tiene muchos deberes por delante: somos un país que envejece y, a la vez, un país en el que el aborto es la principal causa de mortalidad; en el que en veinte años hemos pasado de 220.533 matrimonios a 170.815, donde el número de rupturas matrimoniales crece; en fin España -por dar otro dato- ocupa el último puesto de los veintisiete países de la Unión Europea en medidas de ayuda y protección a la familia, ámbito natural en el que la gente viene al mundo.

En estos años las políticas y las leyes, lejos de fortalecer a la familia, la han debilitado: el matrimonio, que ya había perdido la indisolubilidad como seña de identidad, acaba de desdibujarse gracias al “divorcio exprés” y al “matrimonio” homosexual; cuando vivimos ese invierno demográfico se hace del aborto un derecho o se populariza la píldora del día después; o ya en lo ideológico se elimina toda idea de que hay una familia natural, para contraponer la “tradicional” a los nuevos modelos de familia. La ideología de género pone su granito de arena y la Educación para la Ciudadanía lo difunde.

La población es el mayor activo de un país y se estructura en millones de familias. El suicido demográfico y la crisis de la familia son problemas objetivos, comprobables a golpe de datos, son problemas diagnosticados y sus efectos pronosticados, por eso debería ser prioritario en el discurso político. Es cierto que en España la familia es una institución aun fuerte y arraigada, pero no podemos vivir de las rentas ni de la inercia, sencillamente porque esas políticas o esas leyes antifamilia acabarán con esa herencia.

Tras el 20-N caben dos opciones: acentuar o mantener el deslizamiento por esa pendiente suicida o fortalecer la institución más valorada por los españoles y en la que nos jugamos nuestro futuro. Igual que a partir de la Cumbre de Kyoto se instauraron políticas para reducir las causas del cambio climático; en lo humano y social España debe evitar su particular debacle, su camino hacia un cambio climático en lo poblacional y humano. Si unos instauraron la perspectiva de género para todo, ahora toca -y con urgencia- instaurar una perspectiva de familia.

3 comentarios:

  1. Mª Macarena Melero López12 de noviembre de 2011, 7:27

    La familia es consecuencia del amor entre un hombre y una mujer y en este ambiente es en el que las personas que forman parte de ella pueden sentirse apoyados.Gracias a ella, los hijos son educados tomando como ejemplo el comportamiento de sus padres.Sin embargo, las familias de hoy en día son muy diversas, hay familias nucleares(padre, madre y descendencia), familias monoparentales(sólo uno de los progenitores),familia homoparental(dos personas del mismo sexo) y familia extensa(se incluyen los abuelos, tíos,...)Quizá por eso las políticas deberían centrarse en mantener la estructura de la familia, porque cada vez es más débil y menos importante para la sociedad.Cada vez más personas "viven en pareja" en lugar de contraer matrimonio canónico o siguen unidas aunque no formen tengan la condición de familia (casos de separación,por conveniencia,...)
    Creo que podemos hablar de una crisis en la familia, porque cada vez somos más materialistas por la sociedad consumista en la que vivimos,está en auge la violencia de género y sólo pensamos en vivir el momento (hedonismo)

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  2. Ainhoa Garcia Rosales1 de diciembre de 2011, 2:55

    Estoy de acuerdo con Macarena. El sentido prioritario que debe de tener el formar una familia se está perdiendo notablemente, cada vez las personas se casan a edades más tardías y esto se convierte en una excusa más para no formar una familia. Tampoco para mi es válida la popular excusa de que ahora España se encuentra en una situación difícil económicamente y sería muy costoso mantener un hijo, pues nos encontramos en una sociedad con muchísimas facilidades a diferencia de en la que vivían nuestros abuelos ,por ejemplo , y a pesar de ello raro era que tuviesen menos de 3 hijos cuando ahora tener 3 se considera ya excesivo...Lo que realmente sucede es que no estamos dispuestos a restarnos comodidad para dársela a otro y sacrificarnos.
    Se dan muchas facilidades para la disolución del matrimonio, para prevenir el embarazo, y hasta para deshacerte de tu propio hijo, pero no es igual cuando hablamos de ayudas para formar una familia ya que como ha citado el profesor España ocupa el último puesto de la Unión europea en medidas de ayuda y protección a la familia.
    Todo esto me lleva a preguntarme, si no estaríamos mejor si las cosas siguiesen tal cual las tenían nuestros abuelos y no hubiésemos llegado a una sociedad tan egoísta y material como la actual, pues la felicidad no se encuentra en las cosas materiales sino en el cálido amor de una familia unida, y es por ello por lo que deberían de adoptarse medidas que hagan resurgir el espíritu familiar que antes teníamos.

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  3. Cristina Callejón Hernández2 de marzo de 2012, 3:10

    Me parece vergonzoso, triste y patético que la principal causa de mortalidad en España sea el aborto, un fenómeno que determinados sectores de la sociedad se empeñan en calificar de progreso. Con este dato, la sociedad española, que tanto prestigio pudo haber tenido en épocas pasadas, demuestra no sólo que es retrógrada sino también que es carente de valores tan superiores como el de la vida. Pero tampoco aboga por valores morales, ya que la importancia de la familia unida está dando paso a matrimonios (que habría que ver si en algún momento han sido verdaderos matrimonios, o simplemente una pantomima) en los que los cónyuges son demasiado independientes como para "complicarse" la vida con un hijo. Afortunadamente todavía hay esperanza, mientras sigan quedando familias y sociedades enteras donde la familia y la vida sean los valores fundamentales, tengo esperanza de que esta situación cambie. Además, la clave del éxito en una sociedad es que sus gobernantes o líderes tengan bien arraigados en su persona y su entorno grandes valores morales.

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