viernes, 29 de mayo de 2009

Estar a gusto


El grado de superficialidad del amor en nuestros días hace honor al nombre con que habitualmente se designa a las parejas: relaciones sentimentales. Si se piensa un poco, lo sentimental, que puede ser bonito, no deja de constituir un aspecto abstracto, inaprensible y… caduco. Los sentimientos van y vienen, llegan y pasan, o al menos se transforman, como todo lo que tiene un origen difuso y que no controlamos. Sobre ellos se puede pasar un buen rato, una época dichosa, o vivir un sueño, pero no comprometer dos vidas, construir un hogar o formar una familia, porque sus características son demasiado movedizas para edificios tan sólidos.

Hay una variante de lo sentimental, todavía más frágil y a la vez más egoísta, y lo vemos cuando se describen las relaciones de pareja como un “estar a gusto”. Es habitual que se valore con estas palabras la situación sentimental por la que pasa una persona, incluso es frecuente que ése sea el objetivo que persigue una pareja, como si en vez de casarse con su novio o novia pretendieran comprarse un sofá. Ni el mejor sofá dura toda la vida, y tampoco una relación es inmortal si lo que se quiere de ella es meramente disfrutar, porque con ese planteamiento se están descartando, desde el inicio, los aspectos incómodos o sacrificados de la vida conyugal, que van de suyo, o sea que son inevitables, y quien no esté en disposición de aceptarlos se retractará de su palabra dada al contraer matrimonio.

El colmo de esta idea lo he visto hace un momento, cuando un famoso ha sido preguntado en la tele por la situación de sus hijos, una vez que se ha divorciado. Y su respuesta ha sido que “lo importante es que estén a gusto”. Si a esto se reduce la familia, si a esto se reduce la educación y a esto se reduce el amor, no es de extrañar que cada vez haya menos familia, menos educación y menos amor. No son aspectos compatibles con la sola voluntad de estar a gusto.

lunes, 25 de mayo de 2009

Atracción genética


Se publica hoy la siguiente noticia que descubre un nuevo estudio sobre los condicionantes fisiológicos de la atracción entre sexos (que no sobre el amor, que ya hemos dicho que depende de la libertad y puede superar cualquier condicionante):

¿Qué es lo que hace que nos enamoremos? Un nuevo estudio científico echa por tierra el viejo mito de encontrar a la media naranja y asegura que cuanto más diferente es la genética de dos personas, más probabilidades tienen de elegirse el uno al otro como pareja. Más allá de aficiones comunes, mismas ideas sobre la vida y un proyecto compartido, en cuestión de amores manda una región genética situada en el cromosoma 6. Quizás sea ése el misterio de lo que llaman cuestión de piel, lo que hace que nos sintamos irremediablemente atraidos por alguien. Lástima que no aparezca en el carné de identidad, porque nos ahorraría unas cuantas citas fallidas, mucha energía y bastante tiempo perdido. Se acabó el romanticismo, lo que importa es el cromosoma.

Al menos así lo asegura la profesora Maria da Craça Bicalho, responsable del Laboratorio de Inmunogenética y Histocompatibilidad de la Universidad de Paraná (Brasil), que hoy participa en Viena en la conferencia anual de la
Sociedad Europea de Genética Humana. Un estudio realizado por esta especialista y su equipo -además de científicos son brasileños, así que algo saben del asunto- concluye que las personas tienden a elegir como pareja a otros individuos con diferencias de la región del cromosoma 6 denominada complejo de histocompatibilidad mayor (MHC, en sus siglas en inglés) en vez de a los que son similares, lo que parece ser una estrategia de la evolución para asegurarse una descendencia sana. «El MHC se encuentra en la mayoría de los vertebrados. Juega un importante papel en el sistema inmune y en el éxito de la reproducción. Además de ser un área grande, es extraordinariamente diversa», explica Bicalho.

Estudio de 90 matrimonios

¿Y cómo reconocer al que tiene el MHC distinto y puede ser el amor de nuestra vida? Bueno, aquí la especialista no da grandes pistas. Dice que la preferencia femenina por machos con diferente MHC ha sido comprobada en muchas especies de vertebrados, incluida la humana. También se conoce que esta región cromosómica influye en la selección de apareamiento por las preferencias de un particular olor corporal, así que habrá que guiarse por el olfato. Volvemos a la cuestión de piel.

El grupo de científicos de Bicalho ha estado trabajando en este campo desde 1998. Decidió investigar la selección de parejas en la población brasileña, mientras trataba de descubrir la importancia de la diversidad del MHC. Los científicos estudiaron datos de histocompatibilidad en 90 matrimonios, y los compararon con 152 parejas de control generadas al azar, es decir, que no eran compañeros sentimentales en la vida real. Contaron el número de diferencias de MHC entre las parejas que de verdad estaban juntas y los compararon con el de las virtuales. «Si los genes MHC no hubieran influido en la selección de pareja -explica Bicalho- nosotros habríamos obtenido resultados similares en ambos grupos. Pero descubrimos que las parejas reales tenían significativamente más diferencias del MHC de las que podríamos haber esperado simplemente por azar».

Entre las parejas de MHC distinto cada individuo es genéticamente diferente. Esa elección disminuye el peligro de endogamia (el apareamiento entre familiares) e incrementa la variabilidad genética de los vástagos. Esto supone una ventaja para los hijos, lo que conduce a la estrategia de evolución que evita el incesto en humanos y fomenta la eficiencia del sistema inmune.«Aunque es tentador pensar que los humanos eligen a sus parejas por sus similitudes, nuestro estudio muestra claramente que son las diferencias las que facilitan la reproducción, y que el instinto subconsciente de tener hijos sanos es importante cuando elegimos un compañero», subraya la especialista.

La investigación también muestra que las parejas con similares genes MHC tuvieron intervalos más largos entre los nacimientos de sus hijos, lo cual «podría implicar abortos tempranos que ha pasado desapercibidos». Los científicos creen que sus descubrimientos ayudarán a comprender los problemas de fertilidad, en la concepción y durante el embarazo.